Los
orígenes de la cinemática se
remontan a la astronomía antigua, cuando astrónomos y filósofos como Galileo
Galilei observaban el movimiento de esferas en planos inclinados y en caída
libre para entender el movimiento de los astros celestes.
Estos estudios, junto a los de Nicolás Copérnico, Tycho Brahe y Johannes Kepler sirvieron de referencia a Isaac Newton para formular sus tres Leyes del movimiento, y todo ello conjuntamente fundó, ya a principios del siglo XVIII, la cinemática moderna.
Estos estudios, junto a los de Nicolás Copérnico, Tycho Brahe y Johannes Kepler sirvieron de referencia a Isaac Newton para formular sus tres Leyes del movimiento, y todo ello conjuntamente fundó, ya a principios del siglo XVIII, la cinemática moderna.
Las contribuciones de los franceses Jean Le Rond d’Alembert,
Leonhard Euler y André-Marie Ampère fueron clave en el establecimiento de esta
disciplina, bautizada por Ampère mismo como cinemática (del
griego kinéin, desplazar, mover).
La muy posterior postulación de la relatividad por
Albert Einstein le daría un vuelco a la disciplina y fundaría la cinemática relativista, en la que el
tiempo y el espacio no son dimensiones absolutas, como sí lo es la velocidad de
la luz.
Para
llevar a cabo su estudio y su propósito, la cinemática utiliza un sistema de
coordenadas que le es muy funcional a la hora de describir las trayectorias de
los cuerpos. El mencionado sistema se denomina Sistema de Referencia y se
manifiesta de la siguiente manera: la velocidad es el ritmo con el cual se
marca el cambio de posición, la aceleración por su lado, es el ritmo con el que
cambia la velocidad, entonces, velocidad y aceleración son las dos principales
cantidades que describirán como cambia la posición de un cuerpo en función del
tiempo.
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